San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos enseñes la humildad de corazón, Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.

«Amen a la Virgen y háganla amar! la oración del rosario es la oración que hace triunfar de todo y a todos. Ella, María nos lo ha enseñado así, lo mismo que Jesús nos enseñó el Padre Nuestro»

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Santísima Virgen Inmaculada y Madre mía María, a ti que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo,

Hoy Comienza la Novena al Santo Padre Pio de Pietrelcina,

Padre Pío consideraba a la Virgen Santísima especialmente como Madre,  la Madre de Jesús y después la Madre nuestra espiritual.

Son miles de veces que Padre Pío llama a María con el dulce nombre Madre: mamma, mammina mia, mammina bella, etc.

Decía: «¡cuántas veces he confiado a esta Madre las penosas ansias de mi corazón agitado y cuántas veces me ha consolado en mis grandes aflicciones. Al no tener ya madre en esta tierra de angustias, no puedo olvidar que tengo una muy amante y misericordiosa en el cielo. ¡Pobre madrecita mía, cuánto me quiere Lo he llegado a comprobar muchas veces, de manera bien elocuente, al despuntar este hermosísimo mes de mayo. Con qué cuidado me ha acompañado al altar esta mañana. Parecía que no tenía que pensar en otra cosa sino sólo en mí, a fin de llenar mi corazón de santos afectos!

Con el rosario en la mano, pronunciando dulcemente los nombre de Jesús y María entregó su hermosa alma a Dios.

Hoy en Honor a Santa Maria Siempre Virgen, Nuestra Santa Madre queremos rezar el Santo Rosario encomendandole todas nuestras preocupaciones y temores y ofreciendole nuestra oracion como un ramillete de flores frescas para Maria, nuestra Mama querida.

Consagración al Corazón Inmaculado de Maria.

Oh María Virgen potente y Madre de misericordia, Reina del cielo y Refugio de los pecadores, nosotros nos consagramos a tu Corazón Inmaculado, te consagramos todo nuestro ser y toda nuestra vida, todo lo que tenemos, todo lo que amamos, todo lo que somos, nuestros cuerpos, nuestros corazones y nuestras almas.

A ti consagramos nuestros hogares,  nuestras  familias,  nuestra Patria.

Nosotros queremos que todo lo que está en nosotros, que todo lo que está alrededor de nosotros, te pertenezca y participe en los beneficios de tu bendición maternal.

Y para que esta consagración sea verdaderamente  útil  y duradera, renovamos hoy o Maria, las promesas de nuestro bautizo y las de nuestra Primera Comunión.

La Resurrección del Señor.

La resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.(Mc. 16, 5-7)

Al entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de blanco, y se asustaron.  Pero él les dijo: «No se asusten.  Si ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado, no está aquí, ha resucitado; pero éste es el lugar donde lo pusieron.  Ahora vayan a decir a los discípulos, y en especial a Pedro, que él se les adelanta camino de Galilea.  Allí lo verán tal como él les dijo.»—

La resurrección es central para nuestra fe; le da sentido a la vida; de otra manera no podría, siquiera, entenderse la existencia.  Jesús nos abre las puertas de la eternidad y nos indica el camino.  Vence a la muerte, que es consecuencia del pecado, y la convierte en un paso hacia la vida eterna.

2. La Ascensión del Señor.

La ascensión de Nuestro Señor Jesucristo.(Hech. 1, 8-11)

Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos de la tierra.»

Dicho esto, Jesús fue levantado ante sus ojos y una nube lo ocultó de su vista.  Ellos seguían mirando fijamente al cielo mientras se alejaba.  Pero de repente vieron a su lado a dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Amigos galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo?  Este Jesús que les han llevado volverá de la misma manera que ustedes lo han visto ir al cielo.»—

La resurrección nos llena de alegría, nos abre las puertas a la esperanza y, si bien es un hecho para observar extasiados, no debe paralizarnos y dejarnos mirando al cielo.  Jesús resucitado debe ponernos en movimiento; salir de nosotros mismos e ir a anunciar a todos la buena noticia de la salvación.  Tal como lo hicieron los discípulos de Emaús cuando reconocieron a Jesús y no dudaron en volver a Jerusalén a pesar de estar cansados, de los peligros de la noche y de haber recién llegado a su destino.  Un fuego interior, imposible de apagar, los movilizó para ir a avisar a todos que era verdad la promesa del Señor y que lo habían visto resucitado.

3. La Venida del Espíritu Santo.

La venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los apóstoles.(Hech. 2, 1-4a)

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.  De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.—

El Espíritu Santo, Dios amor, se entrega a los hombres de una forma nueva. Ya no es la relación (que se mantiene) del Padre con los hijos, o el encuentro fraternal de Jesús encarnado (vínculo que también permanece); es la plenitud de Dios que nos regala sus dones para que podamos llegar a él y comprender su voluntad viviendo en el amor y en camino a la felicidad definitiva.

4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.

La asunción de María a los cielos.(Jn. 14, 1-3)

«No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. —

La asunción de María es el anuncio de la salvación para todos; no es sólo Jesús que por ser Dios asciende a los cielos, sino que, María, una mujer sencilla como cualquiera de nosotros, entra en la casa del Padre. Contemplar este misterio debe movernos a interiorizar profundamente el llamado a la santidad; María no entra en la categoría de diosa o semidiosa similar a las mitologías antiguas, sino que sigue siendo creatura, pero ya plena y santificada.

5. La Coronación de la Santísima Virgen.

Coronación de María como reina y señora de todo lo creado-(Lc. 1, 46-48. 52)

María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz.  El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre!

Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes.—

Contemplar a María reina del cielo es una de las grandes esperanzas del cristiano.  En María se cumplen las promesas de Dios y ella nos muestra, con su vida, porqué se la puede llamar feliz; vivió según la voluntad de Dios y, por eso, es modelo de entrega, fidelidad y alegría.

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Junto a Maria rezemos La Novena al Padre Pio como un obsequio para El Y Nuestra Madre.

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición: Dios mío me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para no ofenderte más. Amén.

Padre Nuestro y Ave María, Credo.
Primer  dia: El Amor del Padre Pio Hacia Dios.

Reflexión: Dios es amor; Dios es un Padre bueno y misericordioso, lento a la cólera y pronto al perdón.

Dios nos ama –decía el padre Pío- y una de las pruebas que nos ama es el hecho de que nos tolera en el momento mismo en que lo ofendemos. Dios es Padre de todos; pero lo es, de modo especialísimo, para los desgraciados y de modo todavía más singular lo es para ti

El padre Pío escribía a su director espiritual: Me siento devorado por el amor de Dios. Dios está, para mí, fijo en mi mente e impreso en mi corazón. Nunca lo pierdo de vista; admiro su belleza, sus sonrisas, sus misericordias.

El principal atributo de Dios es la misericordia que perdona y remedia los pecados de sus creaturas. Él es rico en misericordia. Su misericordia brota de su amor desinteresado y gratuito hacia los que no son amables ni merecen ser amados.

Siento cada vez la imperiosa necesidad –decía el Santo- de entregarme con más confianza a la misericordia divina y de poner sólo en Dios toda mi esperanza. Y repetía: Yo no deseo otra cosa que morir o amar a Dios: o la muerte o el amor, pues la vida sin este amor es peor que la muerte.
Recuerda –escribía a una hija espiritual- que el gozne sobre el que gira la perfección es el amor; quien vive del amor, vive en Dios, porque Dios es amor, como dijo el Apóstol.
Oración final para todos los días.

San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oremos: Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el espíritu de hijos adoptivos tuyos, y concédenos por intercesión y ejemplo de san Pío de Pietrelcina, que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.

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