Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor, y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: «Mi amor es para siempre, y mi lealtad, más firme que los cielos».
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Primera carta del apóstol san Juan 5,1-5
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquél que da el ser, ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe; porque ¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
Meditacion entregarnos a Maria a traves de la consagracion
Una persona que se consagra y entrega voluntariamente a Jesucristo por medio de María, no puede ya disponer del valor de ninguna de sus buenas obras: todo lo bueno que padece, piensa, dice y hace pertenece a María quien puede disponer de ello, según la voluntad y mayor gloria de su Hijo.
Esta entrega, sin embargo, no perjudica en nada a las obligaciones de estado presente o futuro en que se encuentre la persona, por ejemplo, los compromisos de un sacerdote que, por su oficio y otro motivo cualquiera, debe aplicar el valor satisfactorio e impetratorio de la santa Misa a un particular. Porque no se hace esta consagración sino según el orden establecido y los deberes del propio estado.
Esta devoción nos consagra al mismo tiempo, a la Santísima Virgen y a Jesucristo. A la Santísima Virgen, como al medio perfecto escogido por Jesucristo para unirse a nosotros, y a nosotros con El. Al Señor, como a nuestra meta final, a quien debemos todo lo que somos ya que es nuestro Dios y Redentor. Perfecta renovación de las promesas bautismales.
La Sma. Virgen es Madre de dulzura y misericordia y jamás se deja vencer en amor y generosidad. Viendo que te has entregado totalmente a Ella para honrarla y servirla y te has despojado de cuanto más amas para adornarla se entrega también plena y totalmente a ti. Hace que te abismes en el piélago de sus gracias, te adorna con sus méritos, te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor, te comunica sus virtudes: su humildad, su fe, su pureza, etc. Se constituye en tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús. Por último, dado que como consagrado perteneces totalmente a María, también Ella te pertenece en plenitud. De suerte que, en cuanto perfecto servidor e hijo de María, puedes repetir lo que dijo de sí mismo el Evangelista San Juan: «El discípulo se la llevó a su casa».
Tratado de la verdadera devocion a Maria :San Luis María Grignion de Montfort
Consagracion
Oh, Corazón Inmaculado de María,
ardiente de bondad,
muéstranos tu amor.
Que la llama de tu Corazón, Oh María,
descienda sobre todas las personas.
Te amamos inmensamente.
Imprime un amor verdadero en nuestro corazón.
Que nuestro corazón por ti suspire.
Oh, María, dulce y humilde de corazón,
acuérdate de nosotros cuando pecamos.
Tú sabes que nosotros, los hombres, somos pecadores.
Mediante tu sacratísimo y maternal corazón,
cúranos de toda enfermedad espiritual.
Haz que seamos capaces de ver la belleza de tu corazón maternal,y así poder ser convertidos por la llama de tu corazón. Amén.
Acto de Consagración a la Santísima Virgen María
(Por San Luis María Grignion de Montfort)
Yo, ….., hijo o hija de Dios por Jesús, renuevo y pongo los votos de mi bautismo en tus manos, Reina de Cielos y tierra. Renuncio para siempre a Satanás y a sus obras. Me ato y me ofrezco completamente a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz y seguirlo cada día de mi vida. Y para que pueda ser más fiel de lo que fui hasta ahora, en presencia de toda la corte celestial, Te escojo hoy, oh María, por Madre y Reina mía. Te entrego y te consagro con toda sumisión y amor mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y hasta el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, dejándote entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo cuanto me pertenece, sin excepción, según tu agrado, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad. Amén.
Mientras oramos a Maria para llegar a Jesus con nuestro corazon meditemos esta hermosa cancion de la Hermana Glenda.