Que vuestras vidas se vuelvan plenas de oración. Sin amor no podéis orar. Por ello os invito ante todo a amar a Dios Creador de vuestras vidas; luego reconoceréis y amareis a Dios en todos, como Él os ama a vosotros.» Medjugorje

marzo 23, 2011

Invitacion Especial para jovenes

Meditacion con La Palabra

Querido hermano: Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros.
Por tu parte, hijo mío, manténte firme con la gracia de Cristo Jesús. Y lo que me oíste proclamar en presencia de tanto’ s testigos, confíalo a personas fieles, capaces, a su vez, de enseñarlo a otras personas. Comparte conmigo los sufrimientos, como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios.II carta del apóstol san Pablo a Timoteo1, 13-14; 2, 1-3

Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.

Evangelio  san Mateo 9, 35-38

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, Predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos». Es Palabra de Dios.

Reflexion y Oracion

La luz que hay en nosotros no brota de nuestro interior,  sino de Jesucristo. Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas. Su luz esclarece nuestras conciencias; más aún, nos puede convertir en luz que ilumine la vida de los demás: vosotros sois la luz del mundo. Nos pone el Señor en el mundo a todos los cristianos para que señalemos con la luz de Cristo el camino a los demás. Lo haremos con nuestra palabra y, particularmente, a través de nuestro comportamiento en los deberes profesionales, familiares y sociales.

La Cuaresma es un tiempo muy oportuno para pedirle al Señor que nos ayude a formarnos muy bien la conciencia, y para que examinemos si somos radicalmente sinceros con nosotros mismos, con Dios, y con aquellas personas que en su nombre tienen la misión de aconsejarnos.

El cristiano está puesto por Dios como antorcha que ilumina a otros en su caminar hacia Dios.

El Señor nos invita a seguirle y a imitarle, y nos deja una regla sencilla, pero exacta, para vivir la caridad con humildad y espíritu de servicio: Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos.

La Virgen, Nuestra Señora,  nos enseñará a entender que servir a los demás es una de las formas de encontrar la alegría en esta vida y uno de los caminos más cortos para encontrar a Jesús. Para eso hemos de pedirle que nos haga verdaderamente humildes.

Reflexiones del Papa Benedicto XVI

La Cuaresma es el tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza(2006).

Aunque parezca que domine el odio, el Señor no permite que falte nunca el testimonio luminoso de su amor. A María, «fuente viva de esperanza», le encomiendo nuestro camino cuaresmal, para que nos lleve a su Hijo.

Fuente: http://www.opusdei.es/art.php?p=32288

Meditaciones con San Jose Maria Escriba

Maria Madre Nuestra

Madre! —Llámala fuerte, fuerte. —Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha.
Dirígete a la Virgen, y pídele que te haga el regalo —prueba de su cariño por ti— de la contrición, de la compunción por tus pecados, y por los pecados de todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, con dolor de Amor.

Y, con esa disposición, atrévete a añadir: Madre, Vida, Esperanza mía, condúceme con tu mano…, y si algo hay ahora en mí que desagrada a mi Padre-Dios, concédeme que lo vea y que, entre los dos, lo arranquemos.
Continúa sin miedo: ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen Santa María!, ruega por mí, para que, cumpliendo la amabilísima Voluntad de tu Hijo, sea digno de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesús.

San Jose Maria Escriba

Recordemos el mensaje de Maria Santisima:

La verdadera paz, la que viene de Dios, es producto, es gracia de conversión. Convertirse significa regresar a Dios. Es ponerlo a Él como meta de nuestra existencia. Es cambiar radicalmente de vida para centrarla en Jesús, que es el único Camino. Y la Virgen viene precisamente para eso. A enseñarnos, a ayudarnos, a darnos fuerzas para que el Espíritu Santo produzca el cambio en nosotros, la conversión del corazón. Por eso es Ella la Reina de la Paz. Ella, incansablemente, nos invita a la oración. Sin oración no hay conversión.

En todos sus mensajes nos pide oración. Pero no cualquier oración sino la del corazón, porque ésa nos irá transformando. Es la oración de quien confiadamente se abandona a la Fidelidad, Bondad y Misericordia de su Creador. Orar, orar y orar, repite en uno y otro mensaje.

Que significa no sólo estar en oración permanente sino orar con mayor profundidad. Orar hasta que la oración deje de ser monólogo; orar hasta que también sea escucha y revelación; orar hasta que se vuelva alegría.

«Lo más necesario es orar. Pedid al Espíritu Santo que descienda sobre la tierra y entonces todo se volverá muy claro y el mundo cambiará. Orad todos los días al Espíritu Santo. Vosotros pedís demasiadas cosas y no pedís lo más importante, ¡Pedid el don del Espíritu Santo y lo tendréis todo!.. Debéis orar por la efusión del Espíritu Santo sobre vosotros, sobre vuestras familias, sobre vuestras parroquias. Orad y no os arrepentiréis. Dios os concederá todos los dones con los cuales lo glorificareis hasta el término de vuestra vida terrena.» » La gente no sabe orar, va a los santuarios y a la iglesia solamente para ser curados de males físicos o para pedir gracias particulares. Pero no ahondan en la profundidad de la fe…Si poseen el don del Espíritu lo tienen todo, todo lo demás vendrá por añadidura». También pide el ayuno –según la tradición de la Iglesia, los miércoles y viernes- a pan y agua, y del corazón. Mucho antes de la guerra dijo, no en una sino en varias ocasiones, que con la oración y el ayuno es posible evitar las guerras, o detener a las ya iniciadas, y suspender las leyes naturales.

Nos invita a que todo lo hagamos en la humildad y el amor. Ella viene a guiarnos en el amor. Dice la Escritura que la oración del humilde horada las nubes y llega hasta el mismo trono de Dios.

Nos pide que vivamos la Santa Misa, no hay nada más importante que la Misa. Allí es el mismo Jesús el Señor, Dios que se hizo hombre por nosotros, quien se está inmolando al Padre por nuestra salvación. En la Eucaristía está verdaderamente Jesús presente, en alma, cuerpo, sangre y divinidad. Nos llama a la adoración eucarística y a adorar a la cruz.

Todo esto lo encontraras en el sitio de los Mensajeros de La Reina de La Paz.

oremos con Maria

Soy todo tuyo María

Virgen María, Madre mía, me consagro a ti

y confío en tus manos toda mi existencia.

Acepta mi pasado con todo lo que fue.

Acepta mi presente con todo lo que es.

Acepta mi futuro con todo lo que será.

Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy,

todo lo que he recibido de Dios.

Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.

Deposito en tus manos mi libertad, mis ansias y mis temores,

mis esperanzas y mis deseos, mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos

para que le sea más fiel al Señor

y con tu ayuda alcance la salvación.

Te confío ¡Oh María! mi cuerpo y mis sentidos

para que se conserven puros y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.

Te confío mi alma

para que tú la preserves del mal.

Hazme partícipe de una santidad igual a la tuya;

hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida.

Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud,

para que tú me ayudes a no envejecer en la fe.

Te confío mi capacidad y deseos de amar;

enséñame y ayúdame a amar como tú has amado

y como Jesús quiere que se ame.

Te confío mis incertidumbres y angustias

para que en tu corazón yo encuentre seguridad,

sostén y luz en cada instante de mi vida.

Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida.

Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección comporta

y te prometo, con la gracia de Dios y con tu ayuda,

ser fiel al compromiso asumido.

¡Oh María!, soberana de mi vida y de mi conducta,

dispón de mí y de todo lo que me pertenece,

para que camine siempre junto al Señor bajo tu mirada de Madre.

¡Oh María! Soy todo tuyo

y todo lo que poseo te pertenece ahora y siempre. ¡Amén!

Ave Maria Purisima, sin pecado Concebida.

Sagrado Corazon de Jesus; En Vos Confio.