Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen María, hacernos dignos de participar, como ella, de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Lectura del libro del Eclesiástico
24, 23-31
Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales. Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna.
Palabra de Dios.
Evangelio
En aquel tiempo,Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo,
le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió:
«Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los
leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el
Evangelio. ¡Dichoso el que no se siente defraudado por mí!»
Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:
«¿Qué fueron a ver en el desierto?, ¿una caña sacudida por el viento? Pues, ¿qué fueron a ver?
¿Un hombre lujosamente vestido? Los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué
fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, y les aseguro que más que un profeta.
Porque de él está escrito: «Yo envío mi mensajero por delante de ti y te prepare el camino».
Les aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más
pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él».
Palabra del Señor.
san Mateo 11, 2-11
Encontrar a Cristo, y volverlo a encontrar, supone una alegría profunda siempre nueva.
Alégrate, llena de gracia, porque el Señor está contigo, le dice el Ángel a María. Es la proximidad de Dios la causa de la alegría en la Virgen. Y el Bautista, no nacido aún, manifestará su gozo en el seno de Isabel ante la proximidad del Mesías. Y a los pastores les dirá el Ángel: No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador…. La Alegría es tener a Jesús, la tristeza es perderle.
vivir alegres en el Señor
El verdadero gozo se halla en la experiencia de la presencia de Aquel que está en medio de nosotros.
La alegría es el signo de vivir constantemente una sincera conversión y de aceptar la voluntad divina.
Solamente el que, como María, tenga un corazón pobre y experimente el sufrimiento de los oprimidos será capaz de experimentar la verdadera alegría,
Seamos alegres para ser artífices de un mundo nuevo fundamentado en el Evangelio.
Alegraos, nos dice hoy San Pablo. Y tenemos motivos suficientes. Es más, poseemos el único motivo: El Señor está cerca. Podemos aproximarnos a Él cuanto queramos. Dentro de pocos días habrá llegado la Navidad, nuestra fiesta, la de los cristianos, y la de la humanidad, que sin saberlo está buscando a Cristo. Llegará la Navidad y Dios nos espera alegres, como los pastores, como los Magos, como José y María.
Nosotros podremos estar alegres si el Señor está verdaderamente presente en nuestra vida, si no lo hemos perdido, si no se han empañado nuestros ojos por la tibieza o la falta de generosidad. Cuando para encontrar la felicidad se ensayan otros caminos fuera del que lleva a Dios, al final solo se halla infelicidad y tristeza. La experiencia de todos los que, de una forma o de otra, volvieron la cara hacia otro lado (donde no estaba Dios), ha sido siempre la misma: han comprobado que fuera de Dios no hay alegría verdadera. No puede haberla.
Encontrar a Cristo, y volverlo a encontrar, supone una alegría profunda siempre nueva.
Preparemos la Navidad junto a Santa María. Procuremos también prepararla en nuestro ambiente, fomentando un clima de paz cristiana, y brindemos muchas pequeñas alegrías y muestras de afecto a quienes nos rodean. Los hombres necesitan pruebas de que Cristo ha nacido en Belén, y pocas pruebas hay tan convincentes como la alegría habitual del cristiano, también cuando lleguen el dolor y las contradicciones. La Virgen las tuvo abundantes al llegar a Belén, cansada de tan largo viaje, y al no encontrar lugar digno donde naciera su Hijo; pero esos problemas no le hicieron perder la alegría de que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
María, Virgen del Adviento, esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,del cielo la puerta.
Madre de los hombres, de la mar estrella, llévanos a Cristo,
danos sus promesas. Eres, Virgen Madre, la de gracia llena,
del Señor la esclava, del mundo la reina. Alza nuestros ojos
hacia tu belleza, guía nuestros pasos a la vida eterna.
Mensaje de Maria Reina de la Paz en Medjugorje del dia 2 de Diciembre de 2010
Queridos hijos, estoy hoy aquí con ustedes orando para que encuentren la fuerza de abrir sus corazones y conocer así el poderoso amor del Dios sufriente. Es por éste su Amor, bondad y mansedumbre, que estoy con ustedes. Los invito para que este tiempo especial de preparación sea tiempo de oración, penitencia y conversión. Hijos míos, ustedes necesitan a Dios. No pueden ir adelante sin mi Hijo. Cuando comprendan esto y lo acepten, lo que les ha sido prometido se realizará. Por medio del Espíritu Santo nacerá el Reino de los Cielos en sus corazones. Gracias.
Mensajeros de la Reina de la Paz
El dia 19 de Diciembre en sus primeras apariciones La Virgen de La Paz dio el siguiente mensaje lleno de amor
Queridos hijos, hoy los invito al amor al prójimo. Si ustedes aman a su prójimo experimentarán mejor a Jesús, especialmente en el día de Navidad. Dios les dará grandes gracias si se abandonan a Él. Deseo de manera especial para la Navidad dar a las madres mi bendición maternal. Jesús bendecirá a los demás con Su bendición.
Gracias por haber respondido a mi llamado.
Terminemos esta meditacion con Nuestra Madre rezando juntos
Oh Madre mía,
Madre de Bondad, de Amor
y de Misericordia,
te amo inmensamente y
me presento ante Ti.
Por tu bondad, amor y gracia, sálvame.
Yo deseo ser tuyo y
te amo inmensamente;
deseo que Tú me protejas.
Desde lo más profundo de mi corazón
te ruego, Madre, concédeme tu bondad
para que por medio de ella alcance el Cielo.
Yo te ruego, por tu infinito amor.
que me concedas la gracia
de poder amar a todos los hombres,
como Tú amaste a Jesucristo.
Te ruego que me concedas la gracia
de ser generoso contigo.
Me ofrezco completamente a Ti,
y deseo que estés conmigo
en cada uno de mis pasos,
porque Tú eres llena de gracia
y deseo no olvidarlo nunca jamás.
Y si alguna vez perdiera la gracia,
te ruego que mc ayudes a recuperarla. Amén.
(Dictada el 19/IV/83).