Virgen Maria, Madre de Jesus y Madre Nuestra, ruega por nosotros…

May 9, 2011

«Bendita Tú eres entre todas las mujeres»

Virgen de Lujan Salva a todos los pueblos, Ruega por nosotros!

Madre del amor y del servicio, ayúdanos a buscar a Jesús en nuestros hermanos.

Que, como Vos, estemos siempre disponibles a ayudar y acompañar a quienes mas lo necesitan.

Madre Buena, llevanos a Dios y enseñanos a amarlo como Vos.

Que confiemos siempre en Tu Palabra y seamos fieles a Ella.

Te pedimos que protejas a nuestras familias y les des la paz a nuestros corazones.

Virgen Humilde y llena de gracia,

rogá por nosotros ante tu amado Hijo y Señor nuestro, Jesucristo. Amén.


Durante el tiempo pascual, en lugar del ángelus, se reza esta antífona.

V. Reina del cielo, alégrate, aleluya.

R. Porque Cristo, ha quien llevaste en tu seno, aleluya, ha resucitado según tu palabra, aleluya.

Ruega al Señor por nosotros, aleluya

V. Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos:

Señor, Padre nuestro, que mediante la resurrección de tu hijo, nuestro Señor Jesucristo, te dignaste alegrar al mundo; te suplicamos nos concedas que, por intercesión de su Madre, la Virgen María, alcancemos los goces de la vida eterna. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén

Basilica de Lujan

Gloria.tv

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Queridos hijos, con amor maternal deseo abrir el corazón de cada uno de ustedes y enseñarles la unión personal con el Padre.

abril 12, 2011

“Pentecostés con María en Medjugorje”

María es la Madre que, incansablemente, nos llama para llevarnos a Dios, que sigue cooperando en manera sublime, y desde la Gloria, a la Redención que su Hijo obtuvo para nosotros en el Gólgota.

"... Hijos queridos, los invito a que se vuelvan paz donde no hay paz y luz donde hay oscuridad..."

El único camino hacia Dios es Cristo, Cristo es el único camino de salvación, María es el atajo que Cristo nos envía.

Una aspecto muy importante de Medjugorje es como está centrado en todo el tema de los mensajes que la presencia de la Virgen es más fuerte en la Celebración Eucarística que en las mismas apariciones.

Esto es constantemente dicho en Medjugorje , y toda la espiritualidad en Medjugorje está centrada en la Celebración Eucarística, en la Adoración Eucarística y en la Adoración del Misterio de la Cruz

Si quieres saber mas www.mensajeros de la reina de la Paz

Rosario del Amor y Oración para pedir el Amor

Oh Dios, Padre mío, creo en Tu amor infinito y eterno. Tú eres el Amor. Tu Hijo, Jesucristo, es Tu palabra de amor y Tu Espíritu Santo es el lazo de amor que nos une.

Creo que Tú has creado todo con amor y que lo guías con amor. Creo que Tú no nos excluyes de Tu amor, aún cuando nosotros, hombres pecadores, criaturas Tuyas, nos apartemos de Ti y rechacemos Tu amor.

Creo que Tú enviaste a los profetas por amor, para convertir a Tu pueblo y que enviaste a Tu Hijo, para que a través de Su amor El salvara al mundo y manifestara Tu amor paternal a todos los hombres, pero especialmente a los pecadores. Creo que Tú, oh Padre, amas a todos los hombres, porque cada uno es hijo Tuyo. Tu amor no tiene límites. Creo que Tú amas a todas Tus criaturas y que Tu amor da sentido a toda existencia y la fortaleza también para subsistir.

Creo que Tú amas a la Iglesia, porque es el cuerpo de Tu Hijo. Creo que Tú me amas y que por amor a mí me regalaste la vida. Tú me amabas desde antes que yo fuera concebido y fue gracias a Tu amor que pude venir al mundo. Creo que a través del Bautismo me hice partícipe de Tu amor de manera especial y que por amor Tú me aceptaste en la comunidad de la Iglesia.

Creo que Tú me amas incluso cuando yo peque y que por amor me perdonas mis pecados. Creo en Tu amor, aún cuando sé que yo no soy digno de él. Creo que Tú amas también a aquellos que yo no puedo amar en este momento. Creo que Tu amor es la garantía más segura de que también yo seré capaz de alcanzar la vida eterna, que viviré Contigo y tendré parte en Tu amor eterno. Creo que por Tu amor, Tú acogerás a muchos de Tus hijos en Tu Reino.

Hoy quiero orar por el don del amor y creo que Tú me escucharás. Quiero orar en unión con María, Madre del Amor, que se abrió totalmente a Tu amor. María, Madre mía, ora conmigo y por mí, ora por todos tus hijos a quienes diste a luz con dolor y con amor al pie de la cruz.

Escucha mi oración, oh Señor, Tú que me amas y vives y reinas por toda la eternidad. Amén.

Primer misterio:

Tú pides de mí: Ama a Dios sobre todas las cosas. Te doy gracias por este llamado a

amarte. Pero sólo podré amarte si Tú me concedes el don del amor. Te pido que llenes mi corazón de amor, para que yo pueda amarte eternamente, incondicionalmente y en todas las circunstancias de mi vida. Regálame Tu amor, para que yo pueda amarte a través de cada persona y de cada una de Tus criaturas.

Perdóname, porque no siempre he correspondido Tu amor y por no haberte amado a Ti sobre todas las cosas. Purifica mi corazón para que de ahora en adelante yo pueda amarte por encima de todo. Dame la gracia, de que a partir de hoy yo pueda amarte como Te amó Tu Hijo Jesucristo y Tu humilde y fiel sierva María.

Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre y la jaculatoria “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados; líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.”

Segundo misterio:

Señor, Tú pides de mí: Ámate a ti mismo. Ayúdame a comprender que mi vida es un regalo que yo he recibido de Ti. Tú me querías tal y como yo soy y será Tu amor lo que me hará perfecto. Dame la gracia de reconocer, que el amor a mí mismo es la primera respuesta a Tu amor y que ésta significa colaborar continuamente con Tu gracia y crecer hasta llegar a ser imagen viva de Ti. Ayúdame a comprender que sólo podré reconocerme a través del amor a mí mismo; que cada uno de nosotros somos seres espirituales que necesitamos ser alimentados espiritualmente y que ese alimento sólo podré experimentarlo a través de la oración, la celebración de la Santa Misa, la Confesión y la lectura de la Sagrada Escritura.

Perdona mi egoísmo. mi soberbia y mi envidia; libérame de toda debilidad, del temor y la duda, no permitas que nada me impida amarte a Ti sobre todas las cosas y que pueda amarme a mí mismo como Tú me pides.

Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre y “Oh Jesús mío…”

Tercer misterio:

Señor, Tú me mandas: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Dame la gracia de ver a cada ser humano como criatura Tuya, como un hijo Tuyo, que Tú nos has dado al mundo y a mí como un regalo. Llena mi corazón con Tu amor y haz que yo sea capaz de amar a cada hombre y a hacerle lo que yo quisiera que los demás hicieran conmigo.

Perdona mi falta de amor hacia aquellos que son rechazados y juzgados por los demás, que son calumniados, que son explotados y se abusa de ellos, que son pervertidos o privados de su libertad. Perdóname por no haber ayudado a los que sufren y por no haberme pronunciado a tiempo por aquellos que necesitaban mi ayuda. Regala igualmente a los demás el don de amarme y perdonarme a mí, para que también yo pueda perdonarlos a ellos más fácilmente. Haz, Señor, que Tú amor una los corazones de todos los seres humanos, para que el amor entre los hombres pueda conducirnos a la paz auténtica.

Padrenuestro, 10 Ave Marías, (Gloria al Padre y “Oh Jesús mío…”)

Cuarto misterio:

Señor, Tú dices: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen. Padre, Tú amas a todos los hombres por igual y aún así existe tanto odio y falta de reconciliación en la tierra. Cuánto debe sufrir Tu corazón de Padre, teniendo que presenciar cómo los seres humanos, Tus hijos, se odian unos a otros y se persiguen, que hacen aun lado el amor y se infligen unos a otros sufrimientos indescriptibles.

Te pido, oh Señor, que me regales a mí y a los demás el don del amor, para que podamos convivir unos con otros. Haz que nuestro amor supere todas las fronteras y todas las limitaciones y nos fortalezca de tal manera, que ningún odio pueda brotar en nuestro corazón y que nunca más reine en la tierra la falta de paz. Haz que el amor que se ha extinguido vuelva a fluir y que el amor encadenado por el pecado sea puro otra vez. Da a ese amor amenazado por el odio, la fortaleza de perdonar y haz que pueda vencer todas las injusticias a fin de que las relaciones entre las personas puedan restablecerse. Con Tu amor, despierta en aquellos hombres que han sido agredidos con la violencia la disponibilidad de extender su mano hacia la reconciliación  y crear así una nueva comunidad. Haznos reconocer, que el héroe más grande no es quien ejerce la

venganza. sino aquél que ama a su enemigo. Por el poder de Tu amor, haz que seamos capaces de vivir Tu mandamiento de amar también a los que no nos aman a nosotros.

Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre y “Oh Jesús mío…”

Quinto misterio:

Padre, Tú nos mandas que amemos a todas las personas. Al orar por el don de Tu amor, Te confío a los miembros de mi familia / de mi comunidad / a mis vecinos, que no son capaces de dar amor pero que esperan mi amor. Haz que mi corazón se renueve, tal y como lo anunciaste a través de Tus profetas. Saca de mi pecho este corazón endurecido y regálame un corazón nuevo, amante, sensible y compasivo, que pueda soportarlo todo por amor… (Guardo silencio y confío a Dios a aquellas personas a quienes quiero regalarles mi amor).

Oro también por esas personas que no me aman a mí y que no están dispuestas a perdonarme. Haz que también su corazón se abra al amor, porque yo no podré ser feliz en tanto no me sienta amado por ellas… (Digo los nombres de las personas por las que no me siento amado y oro):

Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre y “Oh Jesús mío…

Haz que por Tu intercesión maternal, Dios, nuestro Señor, escuche mi oración y que de ahora en adelante mi corazón lleve tanto amor, como Tú misma llevaste en tu Corazón y que un día sea capaz de pasar de este mundo al amor eterno. Haz que por tu intercesión todos tus hijos se amen unos a otros y todo sea transformado para bien. Amén.

¡María, Madre del Amor, de la Bondad, la Misericordia y el Perdón! Siento que Tú estás junto a mí. Sé que Tú me invitas a crecer en el amor ya amar a Dios, a mí mismo y a mi prójimo. Haz que por tu intercesión maternal, Dios, nuestro Señor, escuche mi oración y que de ahora en adelante mi corazón lleve tanto amor, como Tú misma llevaste en tu Corazón y que un día sea capaz de pasar de este mundo al amor eterno. Haz que por tu intercesión todos tus hijos se amen unos a otros y todo sea transformado para bien, Amén.

Este texto fue extraido del sitio de Los Mensajeros de la Reina de La Paz

con el solo fin de difundir este Rosario.

Los mensajeros invitan a la Adoracion Perpetua en distintas Parroquias

Invitacion para viajar a Medjugorje

Salida 4 de Junio – Regreso 21 de Junio  

Itinerario: Lanciano – Loreto – Medjugorje (10 días) – Monte Sant’Angelo – San Giovanni Rotondo – Pietralcina – Roma –

Duración de la Peregrinación: 18 días (Incluídos viaje de ida y vuelta)

Para Itinerario-Programa, Costos, Documentación, Contactos, ver: Itinerario Peregrinación 2011
Contacto: peregrinaciones@mensajerosdelareinadelapaz.org

Queridos hermanos y hermanas!

Con mucha alegría les anunciamos  la Peregrinación – Retiro 2011 de los Mensajeros de la Reina de la Paz: “Pentecostés con María en Medjugorje”.

Estas peregrinaciones -en respuesta al llamado de la Sma. Virgen- se vienen realizando desde 1997, y la propuesta es que nuestra peregrinación sea un verdadero retiro, un tiempo dedicado al Señor. Vamos como  peregrinos, y peregrinar debe ser, ante todo, caminar en la conversión. Los santuarios son lugares de gracias abundantes, sobre todo los santuarios marianos, y  Medjugorje es un lugar muy especial, porque allí todos los días desciende la Madre de Dios.
Desde ya consagramos a Nuestra Madre esta peregrinación y permanecemos en unión de oración por cada uno de los peregrinos y sus familias. Por cualquier duda o consulta  quedamos a disposición.

¡Paz y Bendiciones!

Por Mensajeros de la Reina de la Paz

Les invitamos a leer: Testimonios Peregrinación a Medjugorje

www.MensajerosdelaReinadelaPaz.org

Madre de Cristo y Madre de todos los hombres, pedimos tu protección e intercesión. Jesucristo, el Redentor del mundo te confió a nosotros como nuestra Madre; ruega a tu Hijo por nosotros que envíe en abundancia al Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad que es la fuente de Vida. Acoge al Espíritu para nosotros y con nosotros, tal como hiciste en el día de Pentecostés con los primeros discípulos.
Madre, Tú  sabes y conoces nuestros sufrimientos y esperanzas. Hoy te confiamos a Argentina, nuestro país. Te suplicamos que nos acompañes en nuestro camino; nosotros que, como el Apóstol Juan, deseamos acogerte en nuestras casas, aprender de ti a ser semejantes a Jesús.

Guía a tus hijos para que con tu ayuda, todos podamos reconocer a Cristo como Luz del Mundo.

Amen.


Queridos hijos, estoy con ustedes en el nombre del más grande Amor, en el nombre de Dios querido, quien se acercó a ustedes por medio de mi Hijo y les mostró su verdadero amor.

marzo 20, 2011

Hoy, 18 de marzo, en medio de un día frío y lluvioso, Nuestra Señora se le apareció a Mirjana en la Cruz Azul, al pie del Podbrdo. Dio el siguiente mensaje:

Queridos hijos, estoy con ustedes en el nombre del más grande Amor, en el nombre de Dios querido, quien se acercó a ustedes por medio de mi Hijo y les mostró su verdadero amor. Deseo conducirlos en el camino de Dios.

Deseo enseñarles el amor verdadero para que otros los vean en ustedes, para que ustedes puedan verlo en otros, para que puedan ser un hermano para ellos y que los otros vean un hermano misericordioso en ustedes.

Hijos míos, no tengan miedo de abrirme sus corazones. Con amor maternal les mostraré qué espero de cada uno de ustedes, qué espero de mis apóstoles. Marchen conmigo. Gracias.

Maria Madre Nuestra Ruega por nosotros y por el mundo entero!

Según Mirjana, Nuestra Señora nos pidió a todos que recemos por los sacerdotes, agregando: Nuevamente, recalco que triunfaré junto con ellos.

Mensajeros de La Reina de La Paz

Dios nos llama y nos ilumina

Querido hermano:
Comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Pues Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida, no porque lo merecieran nuestras buenas obras, sino porque así lo dispuso él gratuitamente.
Este don, que Dios ya nos ha concedido por medio de Cristo Jesús desde toda la eternidad, ahora se ha manifestado con la venida del mismo Cristo Jesús, nuestro salvador, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios.  de la Liturgia de la Misa segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10

“Cuando Dios os concede la gracia de sentir su presencia y desea que le habléis como al amigo más querido, exponedle vuestros sentimientos con toda libertad y confianza. Se anticipa a darse a conocer a los que le anhelan (Sab 6, 14). Sin esperar a que os acerquéis a Él, se anticipa cuando deseáis su amor, y se os presenta, concediéndoos las gracias y remedios que necesitáis. Solo espera de vosotros una palabra para demostraros que está a vuestro lado y dispuesto a escucharos y consolaros: Sus oídos están atentos a la oración (Sal 33, 16) (…).

“Los demás amigos, los del mundo, tienen horas que pasan conversando juntos y horas en que están separados; pero entre Dios y vosotros, si queréis, jamás habrá una hora de separación” S. Alfonso Mª de Ligorio, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios

 

Oración de Consagración

En unión con toda la humanidad, en comunión con la Iglesia entera y con nuestro Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, dirigimos a Ti, oh Padre, por las manos de María y de su Corazón Inmaculado, esta súplica especialmente por Argentina.
Padre, envía a Tu Espíritu Santo, a fin de que cada uno de nosotros pueda convertirse en instrumento de Tu paz.

¡Del hambre y la guerra, líbranos!
¡De la guerra nuclear, de la incalculable autodestrucción, de toda clase de guerra, líbranos!
¡De los pecados contra la vida del hombre desde el momento de su concepción, líbranos!
¡De toda clase de injusticia en la vida de la sociedad, tanto nacional como internacional, líbranos!
¡De la facilidad con que pasamos por encima de los mandamientos de Dios, líbranos!
¡Del intento por extinguir la verdad misma de Dios en los corazones humanos, líbranos!
¡De la falta de conciencia del bien y del mal, líbranos!
¡De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos!

Madre de Cristo y Madre de todos los hombres, pedimos tu protección e intercesión. Jesucristo, el Redentor del mundo te confió a nosotros como nuestra Madre; ruega a tu Hijo por nosotros que envíe en abundancia al Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad que es la fuente de Vida. Acoge al Espíritu para nosotros y con nosotros, tal como hiciste en el día de Pentecostés con los primeros discípulos.
Madre, Tú  sabes y conoces nuestros sufrimientos y esperanzas. Hoy te confiamos a Argentina, nuestro país. Te suplicamos que nos acompañes en nuestro camino; nosotros que, como el Apóstol Juan, deseamos acogerte en nuestras casas, aprender de ti a ser semejantes a Jesús.

Dentro del refugio de tu misericordia, buscamos refugio, ¡oh Santa Madre de Dios!
Asístenos en las dificultades diarias que la vida nos presenta a cada uno de nosotros.
A Ti, la Aurora de Salvación, confiamos el futuro y la entrada al nuevo Milenio. Te confiamos a todas las personas, comenzando por aquellos que son los más débiles y que sufren más: los niños no nacidos, aquellos cuya vida está amenazada, aquellos que nacieron en la pobreza, a los jóvenes que buscan un sentido a sus vidas, a los refugiados, a los desempleados, a quienes son probados por la enfermedad, a las familias que están divididas, a las personas ancianas privadas de asistencia y a todos los que están solos y sin esperanza.
Guía a tus hijos para que con tu ayuda, todos podamos reconocer a Cristo como Luz del Mundo.
¡Qué el infinito poder de la Redención se eleve nuevamente sobre la historia del mundo, el poder del Amor Misericordioso del Padre! ¡Qué el Espíritu Santo transforme las conciencias! ¡Qué Él sane nuestros recuerdos y purifique nuestros corazones! Qué el Señor siempre reine entre nosotros, Él que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. *Mensajeros de La Reina de La Paz

Oraciones al Espiritu Santo para pedir sus siete dones

Los Frutos del Espiritu Santo



Virgen María, Madre mía, me consagro a ti y confío en tus manos toda mi existencia. Acepta mi pasado con todo lo que fue. Acepta mi presente con todo lo que es. Acepta mi futuro con todo lo que será.

octubre 28, 2009

¡Bendito, Alabado y Adorado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar!

¡Queridos hijos! También hoy les traigo mi bendición y los bendigo a todos, y los invito a crecer en este camino que Dios comenzó, a través mío, para vuestra salvación. Oren, ayunen y testimonien alegremente vuestra fe, hijitos, y que vuestro corazón esté siempre colmado con la oración. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

 

Comentario

Muchos son los caminos que conducen a la salvación, todos los que llevan a Cristo. Sin embargo, hay uno privilegiado por el mismo Dios y ese es la Santísima Virgen María, la Madre de nuestro Señor.

Jesucristo reveló la ulterior misión salvífica de su Madre cuando Él mismo nos la dio como Madre nuestra en la cruz. Ya allí, en la terrible tarde del Gólgota, comenzó este camino de salvación con el sí definitivo de la Virgen. Al pie de la cruz se ofrecía Ella y ofrecía a su Hijo en perfecta unión al sacrificio redentor que el Señor hacía de sí mismo al Padre. Cuando oscurecía la tarde, cuando Jesús daba su último grito y ya muerto la lanza atravesaba su costado, cuando el velo del templo se rasgaba, el Corazón de la Virgen, puro, inmaculado, era también atravesado en sacrificio de corredención.

Junto al Hijo muerto el Corazón de la Madre se partía de dolor, alumbrándonos a nosotros, a cada uno de nosotros. Porque todos estuvimos esa tarde de ese Viernes Santo allí en el Calvario y nacimos como hijos de esta bendita Madre. Allí empezó ese camino que Dios dispuso para nuestra salvación: el más perfecto, más corto, más seguro, más rápido y bendecido que conduce a Jesucristo, el Salvador.

Ese camino nos ha sido nuevamente mostrado, como nunca antes, a partir de estas apariciones de Medjugorje. Y allí, nuestra Santísima Madre y Maestra nos ha venido enseñando que para alcanzar la salvación hay que abrir el corazón a la gracia y tener fe firme en Cristo. Fe que es alimentada por la confianza que tenemos en Ella, por el reconocimiento de que está presente, junto a nosotros en este tiempo tan difícil para todos. Porque Ella viene a conducirnos en medio de la oscuridad y la confusión general y su sola presencia nos habla de cielo, de eternidad, de confirmación de todos los artículos de nuestra fe.

Desde el inicio de las apariciones nos ha estado enseñando que debemos orar y ayunar. Que la oración debe ser de todos los días y que, aunque las distintas modalidades y tipos de oraciones son buenas el Rosario tiene su preferencia. Debemos también, nos lo ha repetido, ayunar. A pan y agua, miércoles y viernes. Nadie está exceptuado de orar, pero sí puede estarlo de ayunar a pan y agua si está enfermo con alguna enfermedad que desaconseje el ayuno o ese tipo de ayuno. En esos casos siempre es posible algún sacrificio que se ofrezca a cambio. ¡Cuánto debemos ayunar de televisión y de lecturas y vistas que no son edificantes!

Nuestro corazón debe estar colmado de oración, nos dice. La oración debe ser tal que se vuelva incesante. Debemos ampliar y profundizar nuestros momentos de oración y tener siempre un constante anhelo de Dios. En momentos en que no es posible rezar, por ejemplo un Rosario, siempre es posible decir mentalmente alguna oración corta, como la llamada oración del corazón que practican los cristianos de oriente y repiten en cada ritmo respiratorio: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí (pecador)”. O bien alguna jaculatoria conocida. Son esas formas breves de rezar que se adaptan muy bien a una oración silenciosa en momentos de actividad. La clave es tener siempre puesto el pensamiento en Dios.

Orar es hablar con Dios. Es tratar con Él, es entrar en su intimidad, es profundizar la amistad, es contemplar o sea meditar el secreto del amor de Dios, es pedirle lo que creo necesitar, es interceder por otros, es alabarlo y darle gracias, pedirle su bendición y bendecir su nombre, es consolarlo reparando y desagraviando por las blasfemias y sacrilegios que se cometen, es contarle mis alegrías y mis tristezas y -no olvidarlo nunca- saber hacer silencio para escuchar qué le dice a mi corazón, para encontrar luz y sentir sus mociones en el espíritu. Es todo eso y más, todo lo que voy descubriendo en cada oración de cada día. Y es también quedarse sin palabras, sin saber qué decir o algunas veces no sentir particular gusto por la oración. Orar, orar siempre. A eso estamos llamados, a llenar la vida con oración, que es llenarla de Dios.

San José María decía: “¿Que no sabes orar? -Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: «Señor, ¡que no sé hacer oración!…»-, está seguro de que has empezado a hacerla”. “Mira qué conjunto de razonadas sinrazones te presenta el enemigo, para que dejes la oración: «me falta tiempo» -cuando lo estás perdiendo continuamente-; «esto no es para mí», «yo tengo el corazón seco»… La oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga nada”.

Ciertamente, la adoración, el estar frente a la presencia eucarística única del Señor es un modo privilegiado de oración, de encuentro con Él. Es un encuentro iluminante que vuelve radiante nuestra vida. ¡Qué maravilloso y elocuente testimonio de fe damos cuando estamos adorando en silencio! No hace falta más para decir tanto. Estamos diciéndole al mundo: “aquí está Él. Éste es Dios, el Emmanuel, el Dios con nosotros y por nosotros. Por eso, estoy aquí de rodillas en adoración y tú también estás invitado. Es Jesucristo que te llama”. Como nos pidió nuestra Madre: “Enamórense de Jesús en la Eucaristía”, “Adoren a mi Hijo sin interrupción”.

Me atrevo a pensar que entre los muchos de los que seguimos a Medjugorje varios hemos alguna vez descuidado el ayuno. En ese caso debemos recuperarlo, junto a la oración. La experiencia es que ayunando, la oración se vuelve más concentrada, mucho menos distraída y, por tanto, más profunda. Y también que rezando es más fácil ayunar. Oración y ayuno se reclaman mutuamente.

También puede que estemos hablando más de Dios que con Dios y que queramos convencer a nuestros conocidos a través de nuestras palabras. Más los convenceremos cuando por la adoración o la oración profunda reflejemos algo de la luz de Dios, es decir demos convincente testimonio de vida. En lugar de hablar tanto de Dios con el amigo debemos hablar más a menudo a Dios del amigo. Y todo con alegría, con la alegría que da la fe en Dios y la confianza en nuestra Madre. Con la alegría que grande es nuestra esperanza porque nuestra Madre está aquí con nosotros y no nos deja. Porque pese a que no faltan quienes la rechazan, no creen, se burlan y tratan de desacreditar las apariciones para acabar con estas verdaderas epifanías de la Madre de Dios, Ella, en cambio, permanece con nosotros. Viene todos los días a manifestarnos su cercanía, a rezar con nosotros y a mostrarnos que nada tenemos que temer porque, siendo Ella quien es -la Enviada para estos tiempos- Dios mismo está con nosotros.  Y si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Cf. Rm 8:31).

Ese es el gran motivo de alegría.

Hemos perdido la alegría que da testimonio de nuestra fe, porque esa alegría es fruto del Espíritu Santo, y no predicamos la necesidad de estar alegres. Por eso, la Santísima Virgen viene a recordárnoslo.

San Pablo no se cansaba de exhortar a los primeros cristianos de las comunidades de Galacia, de Filipos y de Tesalónica diciéndoles: “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres”. “Estad siempre alegres. Orad constantemente”. (Cfs. Flp 4:4; Ga 5:22; 1 Ts 5:16). La alegría se nutre del corazón colmado de oración.

Esta nueva invitación a la conversión no es a permanecer en el mismo lugar del camino, sino a crecer espiritualmente avanzando por él. Al mismo tiempo que nos invita nos da la manera de crecer: intensificando la oración y el ayuno con la alegría de la fe en Dios que es más poderoso que todas nuestras contrariedades y enemigos.

Vivamos en la alegría, nuestra Madre está aquí y nos bendice.


P. Justo Antonio Lofeudo
www.mensajerosdelareinadelapaz.org

Bendito, Alabado y Adorado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar!



La santidad y la espiritualidad están aquí, si la buscamos. Yo soy tan solo un hombre al que se le ha encomen-dado hacer algo por Dios. Al principio luché contra ello. Ahora, ya no. Simplemente escucho y trato de hacer lo que Jesús nos manda hacer a través de Su Madre.

octubre 12, 2009

"Tú eres mi hijo y Yo te pido que hagas la voluntad de mi Hijo Jesús."

"Tú eres mi hijo y Yo te pido que hagas la voluntad de mi Hijo Jesús."

«Nunca había intentado responder al llamado de Dios. Mis oraciones se limitaban a lo que rezábamos cuando asistía a la iglesia. Ahora estaba orando como nunca antes, de rodillas y en el suelo de la sala de mi casa.

A la mañana siguiente, el mensaje siguió en mi corazón.»

Una conversión que revela las formas en que María actúa, cuando quiere llamar a un alma. Un periodista perteneciente a la fe Luterana es conmovido por un llamado de la Madre de Dios, de modo inexplicable. De allí en adelante su vida cambió, y la de su familia también. En la actualidad Wayne es el cronista más reconocido de Medjugorge. El entendió a la perfección qué es lo que debe hacer de su vida, luego del llamado.

Muchos de nosotros tenemos este problema: qué hacer con el llamado que recibimos. En el testimonio de Wayne podemos ver las trazas de la Voluntad de Dios impactando en forma directa el curso de la vida de un hombre. Así, nosotros, debemos dejar que el Señor haga de Su Madre el río por el que se derramen las gracias en nuestra vida.

Pertenezco a la fe luterana. Un domingo en Octubre de 1.985, en nuestra clase dominical, hablamos acerca de los milagros en la época moderna. Al término de la sesión, alguien menciono lo que estaba ocurriendo en Medjugorje. Como periodista, mi interés se volcó inmediatamente hacia lo que podría constituir un buen artículo para mis periódicos. Hasta ahí llegaba mi interés en Medjugorje –simplemente para escribir un artículo al respecto.

Después de la clase le pregunté a la señora que nos habló de Medjugorje si disponía de más información sobre las apariciones. Ella me dijo que una amiga suya católica fue quien primero le habló sobre el Medjugorje y que tenía también un pequeño libro y una cinta de vídeo reciente, que de hecho mostraba a los jóvenes videntes en el momento de la Aparición. En realidad yo no sabía nada de las Apariciones anteriores, como las que ocurrieron en Fátima o Lourdes. Y tampoco sabía nada sobre la Iglesia Católica ni sobre la Santísima Virgen María.

Lo único que sabía de Ella es lo que aparece en la Biblia, en el Evangelio de Lucas. Primero leí el libro sobre las apariciones y quedé impresionado por lo que estaba sucediendo aquí. No podía entender por qué no había yo oído hablar sobre esto mucho antes. Con todo, la lectura no me conmovió espiritualmente. Varias noches después, mi esposa Terri y yo vimos el vídeo.

Tan pronto como éste comenzó, supe en mi corazón que las apariciones de Medjugorje eran reales. Los periodistas no nos guiamos por “sentimientos”. Tenemos que contar con hechos sólidos, fríos sobre algún tema y entonces reportarlos tan objetivamente como sea posible. De pronto, mientras miraba el vídeo desapareció toda objetividad dando paso simplemente a la certeza interior de que se trataba de algo real.

Para mí sigue siendo difícil explicar que a la mitad del vídeo, de pronto sentí un mensaje dentro de mi corazón. El mensaje era de la Virgen María y Ella me decía: Tú eres mi hijo y Yo te pido que hagas la voluntad de mi Hijo Jesús. Ella me pidió que escribiera sobre las Apariciones de Medjugorje y, que si decía “sí”, la difusión de los mensajes se convertiría en la misión de mi vida.

Quedé tan sorprendido que miré a mí alrededor para ver de dónde provenía la voz. No había duda de que la Santísima Virgen me estaba hablando, pero mi fragilidad humana y mi entrenamiento personal seguían diciéndome que eso era imposible. Volteé a mirar a Terri; ella ni siquiera se Había movido.

Cuando terminó el vídeo, traté de contarle lo que me había sucedido. Ella se me quedó mirando por largo rato y luego me dijo que probablemente yo estaba impresionado con lo que había visto. Terri se fue a la cama después de que platicamos un poco y entonces yo volví a ver el vídeo. Cuando éste terminó, caí de rodillas y, por primera vez en mi vida, me puse verdaderamente a orar desde el fondo de mi alma. Me pregunté una y otra vez, ¿por qué yo? ¿Y por qué habría Ella de hablarle a un protestante? Yo sabía que era indigno. Y esto, no por modestia; más bien, por lo que mi vida había sido hasta entonces. Yo había estado a la caza del “sueño americano”, haciendo montones de dinero, obteniendo prestigio y disfrutando de los frutos de mi trabajo.

Éste era el centro de mi vida. Aunque era activo en mi iglesia luterana, sirviendo en el consejo parroquial e impartiendo una clase en la escuela dominical, la verdad era que no tenía una verdadera espiritualidad. Nunca había intentado responder al llamado de Dios. Mis oraciones se limitaban a lo que rezábamos cuando asistía a la iglesia. Ahora estaba orando como nunca antes, de rodillas y en el suelo de la sala de mi casa. A la mañana siguiente, el mensaje siguió en mi corazón.

Me fui a la oficina e intenté escribir sobre todo aquello por lo que había pasado en las últimas 24 horas, pero nada pareció salir bien. Recibí otro mensaje en ese momento, un amoroso reproche de que primero debía orar y estudiar más. Así pues, durante las cinco semanas siguientes, leí sobre Lourdes y Fátima y sobre otras apariciones anteriores.

Entonces comencé a escribir y las palabras fluyeron de mi corazón. Con todo, traté de ser objetivo. Una columna jamás podría contar la historia completa, así que decidí hacer una serie de cuatro partes, que se publicó en Diciembre de 1.985.

La reacción del público fue muy positiva, a pesar de que nuestra región es predominantemente protestante. Católicos, protestantes, todos reaccionaron positivamente. Era evidente que había una gran hambre espiritual y también curiosidad por todo lo que estaba pasando.

La gente inmediatamente comenzó a escribir y a telefonear, pidiendo ejemplares adicionales de los artículos. En Mayo de 1.986 hice mi primer viaje a Medjugorje. No vine buscando una prueba de las apariciones, sino más bien para sumergirme en la espiritualidad, en este amor de Dios que tanto prevalece aquí. Parecía como si dondequiera que yo volteara, recibiera una nueva descarga espiritual.

La gente, los sacerdotes, todos ellos fueron parte de esto. No comí ni dormí mucho. Quería disfrutar despierto cada instante. Nunca olvidaré el día en que tuve que regresar a casa. Vine aquí, a la Iglesia de Santiago Apóstol, a las seis de la mañana y me arrodille en la banca de la primera fila, pidiéndole a Dios que me diera la fortaleza para ser capaz de llevarme todo esto a casa y hacer algo con ello. La verdad era que yo no quería irme.

Después de la Misa, me fui a la parte de atrás de la Iglesia y me puse a llorar como un niño. Sólo ahora he comenzado a entenderlo. Cuando venimos aquí, tenemos que volvernos como niños. Tenemos que abrir nuestro corazón y nuestra alma y ser los hijos, los niños de María. Tenemos que entregarle todo a Jesús. Siento que yo comencé a hacerlo justamente esa última mañana de mi primera peregrinación.

Cuando Terri me recogió en el aeropuerto, al regreso de mi viaje, estaba tan lleno de emociones que ni siquiera pude hablar. Lo único que hice fue llorar. Nos fuimos a casa y nos quedamos sentados en el sillón de la sala sin hablar durante varias horas. Finalmente, empecé a contarle mi experiencia. A la mañana siguiente, era Domingo, fuimos a nuestra iglesia luterana y todos me preguntaron sobre Medjugorje. Yo simplemente los miraba con los ojos arrasados en lágrimas. Lo único que quería era volver a casa.

Me tomaría varios días ajustarme a “estar atado a la tierra” nuevamente, porque el viaje a Medjugorje había sido tocar el cielo y yo quería guardar ese sentimiento para siempre. Sabía que me había sido encomendada una misión, pero no tenía idea realmente de su profundidad. En Septiembre de 1.986, por fin convencí a Terri de que también ella necesitaba hacer una peregrinación. Y es que yo sabía, que ambos estaríamos involucrados en la difusión de este mensaje.

hora está más comercializado y es un poco difícil encontrar realmente tranquilidad. Esto era inevitable. Es un pequeño milagro que las cosas no sean peores. La santidad y la espiritualidad están aquí, si la buscamos. Yo soy tan solo un hombre al que se le ha encomen-dado hacer algo por Dios. Al principio luché contra ello. Ahora, ya no. Simplemente escucho y trato de hacer lo que Jesús nos manda hacer a través de Su Madre. A veces es necesario sencillamente buscar un lugar tranquilo, quedarse ahí y no decir nada en realidad. Tan solo ponerse en la presencia de Dios y dejarlo hablar a Él.

Esto es lo que hemos de llevarnos de Medjugorje. No el fenómeno mismo; ni el milagro del sol que gira, ni otras maravillas, ni entrar en el cuarto de las Apariciones. El cuarto de la rectoría donde van los videntes cada tarde a la hora de la aparición es muy modesto, muy ordinario. Es simplemente como Medjugorje. De hecho, sirve como dormitorio y oficina para uno de los sacerdotes. Pero a la hora de la Aparición vespertina, es uno de los lugares más santos del mundo.

Es un lugar donde Dios derrama Su amor. Eso es lo que nosotros tenemos que hacer con nuestra experiencia de Medjugorje, colocarla bajo un capelo de amor y preservarla como algo sagrado. Lo que ocurre en esta iglesia y lo que ocurre en nuestros corazones, ése es el propósito real de las apariciones de Medjugorje. Miren a los lugareños y a sus compañeros peregrinos. Mírenlos a los ojos y entenderán de qué se trata realmente el mensaje. Es de puro amor. Es sobre ser capaces de compartir y darse uno mismo, sin importar las consecuencias.

Estos aldeanos viven bajo un régimen comunista, que los reprime a causa de su fe. Esta gente sencilla, arduamente trabajadora, renuncia a tantas cosas para vivir su fe. Comparemos esto con nuestras vidas, con nuestras iglesias, donde somos libres para vivir y para expresar nuestra fe. Nosotros, en comparación damos tan poco a cambio. No poder recibir la Comunión en la Misa me hace morir un poco cada vez, porque deseo tanto recibir a Jesús en la Eucaristía.

Es por esta razón que quiero convertirme algún día al Catolicismo. Yo veo que muchos católicos reciben la Eucaristía como si no significara gran cosa para ellos. Y quisiera decirles: “ ¿Entiendes que el milagro que ocurre en este lugar, cuando el pan y el vino se convierten en el cuerpo en le Cuerpo y en la Sangre mismos de Jesucristo, es un milagro mucho más grande que las Apariciones que suceden aquí en Medjugorje?”. Yo podría seguir siendo luterano y vivir este mensaje, y estar cerca de Jesús y de María. Cuando me invitan a dar charlas, no solo asisten católicos; también muchos protestantes, musulmanes, judíos y otros. Ellos escuchan, porque Medjugorje es un milagro santo dirigido no sólo a las personas de una sola fe, sino a todos los seres humanos.

La Santísima Virgen María lo dijo así en uno de sus mensajes, cuando le preguntaron sobre las diferentes denominaciones religiosas: Dios es el mismo y único para todos los hombres. En Dios no existen divisiones. Son ustedes los hombres los que han creado las divisiones y las diferentes religiones……. La Virgen siguió diciendo que Jesús mira en nuestros corazones buscando amor. Una vez, cuando los creyentes le hicieron preguntas sobre las diversas religiones, María les dijo que había una mujer que era vecina de una de las videntes (Mirjana, en su casa de Sarajevo), quien era un gran ejemplo de santidad. Los videntes miraron a la Virgen sorprendidos y le preguntaron cómo podía ser posible, si esta mujer es musulmana.

María les respondió que sólo a Dios correspondía decidirlo, no a nosotros; que primero debemos ocuparnos espiritualmente de nosotros mismos. No nos toca a nosotros juzgar a otros por sus creencias. Lo que nos corresponde es cambiar a nuestras familias, a nuestras comunidades, a nuestro país entero a través de la oración, a través de vivir este mensaje de amor y de paz. ¡Cuántas veces se ha aparecido Ella aquí, pidiéndonos que busquemos la paz y que y que oremos, ayunemos y hagamos penitencia!. El poder pleno de la oración sigue siendo desconocido para muchos.

El Rosario, esa pequeña cadena de cuentas que muchos protestantes desconocen, es lo que la Virgen nos pide rezar. Rezarlo diariamente y con nuestra familia. ¡Es una oración poderosa! Ella lo dijo así en sus apariciones en Fátima y en Lourdes, y lo ha repetido aquí en Medjugorje.

Es una oración centrada en los misterios más importantes, en la vida y en las referencias bíblicas de Jesús. Y no está dirigido solamente a los católicos. Hace varios meses, di una plática en Nueva Orleáns y en el último lugar de la gira hablaría en una pequeña iglesia luterana. A lo largo de toda la semana, la gente que me llevó allá me estuvo insistiendo en que no esperara mucho de esa plática.

La iglesia era un templo nuevo que podía alojar únicamente a doscientas personas. Y sobre todo me pidieron, ¡qué no mencionara el Rosario! No querían incomodar a nuestros hermanos y hermanas protestantes. Esa noche nos fuimos en auto a la pequeña iglesia luterana y cuando llegamos, el estacionamiento estaba repleto de coches. Yo pensé, bueno, al menos tendremos lo que parece una multitud. Cuándo entramos, ¡había casi cuatrocientas personas abarrotando la iglesia!.

Francamente, yo nunca sé lo que voy a decir cuando hablo, porque no preparo ni uso notas. Simplemente oro al Espíritu Santo y digo lo que sale de mi interior. Casi a la mitad de mi charla, algo maravillosa sucedió. De pronto levanté en alto el rosario y les dije: “¡Tengo que hablarles del Rosario!!” Había entre los asistentes una joven católica que trajo aproximadamente un ciento de rosarios a la charla, con la esperanza de poder dárselos a los luteranos. Ella me pidió que lo mencionara, así que comencé a hablar del Rosario y les dije que esta mujer había traído rosarios para todos los que quisieran uno. ¡Dos minutos después de mi charla, los rosarios habían desaparecido!

Éste es un lugar sagrado y yo diría que y una mayoría de los aldeanos son exactamente lo que ustedes han leído o visto en los vídeos sobre Medjugorje. Pero ellos sufren las tentaciones del mundo del mismo modo que nosotros, incluso teniendo la aparición diaria. Hay una colección de volúmenes llamada El poema del hombre Dios, que acaba de ser traducido al inglés del italiano original, escrito por una mística italiana, María Valtorta. Hay una historia en el volumen I que yo creo que describe por qué la Santísima Virgen ha sido elegida para traernos estos mensajes.

Comienza con Jesús en una pequeña aldea, disponiéndose a hablar. Hay tal multitud de personas que le piden que suba a un balcón lateral en la casa donde está, para hablarle desde ahí a la gente. María lo acompaña, tal como lo acompañó durante gran parte de Su ministerio. Ella se reúne con Él en el balcón, sentándose en uno de los escalones cerca de donde Jesús está parado. Después de hablar, Jesús comienza a realizar curaciones como siempre hacia. De pronto, una joven madre sale de entre la multitud, suplicándole en voz alta.

Trae en brazos a su hijo de diez años quien está paralizado y le grita: “!Jesús, Jesús, por favor sana a mi hijo! ¡Él se cayó desde ese mismo balcón donde Tú estás hoy! Los ancianos y los fariseos de la aldea miran a Jesús para ver qué es lo que va hacer. Jesús le pide a la mujer que suba a su hijo por las escaleras hasta el balcón. Al comenzar a subir, se tropieza por la emoción y María inmediatamente acude a ella diciéndole: “ven, dámelo. También yo soy madre entiendo”. María lleva al pequeño con Jesús quien le impone las manos y le dice: “¡Sé felíz!” El pequeño se desprende de los brazos de María, comienza a llorar y corre al lado de su madre.

A la multitud le toma unos instantes percatarse de que el chiquillo ha sido curado. Los ancianos y fariseos se vuelven entonces a Jesús y le dicen: “Siempre que sanaste a alguien en el pasado, le dijiste: “vete y no peques más” o “tus pecados han sido perdonados”. Pero con este niño no lo hiciste así. ¿Por qué?” Jesús mira a sus inquisidores, sonríe y dice: “El pequeño estaba en brazos de Mi Madre. Eso era lo único que necesitaba” María es el más grande ejemplo humano de amor espiritual.

Ella es la Madre espiritual de todos los hijos de Dios. María ha tenido sus brazos alrededor mío desde la primera vez que comencé tímidamente a intentar responder a mi propio llamado. Ella pone sus brazos alrededor de cada uno de nosotros y nos trae aquí para darnos este don precioso del amor de Dios. Éste es el propósito y el mensaje de Medjugorje. …»