¡Oh Santísima Virgen María te invoco como Madre de las personas consagradas! Concédenos profundizar cada día más en el amor a Jesús Eucaristía y vivir de tal manera que podamos así, llevar muchas almas al concocimiento de Cristo. Que nuestra entrega se refleje en la unión y caridad en vida cristiana y que todas nuestras acciones sean guiadas por tu mano. Que la vida de infancia espiritual, la confianza en Dios, el amor a Jesús en el Santísimo Sacramento, la oración y abnegación por los sacerdotes y el celo por atraer las almas a la Divina Eucaristía, sean tarea permanente, compromiso con nuestros hermanos con un sólo corazón en el amor. Amén
Sabed aprovechar esto que Dios os ha dado y dejad que mis mensajes os guíen para cumplir con obediencia y humildad los designios preparados por El.
Recordad que los más pequeños son los más grandes a los ojos de Dios.
Mis hijitos consagrados: cuán duro es el mundo que les ha tocado vivir. De qué manera los han humillado, con cuántas injusticias y a cuántas calumnias os han sometido. Pero hijitos… y ¿vosotros cuántas veces habéis dudado? ¿Cuánta intranquilidad lleváis por dentro?¿ Cuánta indecisión en vuestros corazones?
Mi hijo Jesús ha puesto estas pruebas porque os ama con todo su corazón. Tanto os ama que os hará pasar por el sendero más angosto para haceros más dignos de El.
No tengáis temor en llevar mi rebaño. Conducidlo por el camino de la verdad, de la verdad de mi hijo Jesús y El os acompañará con el amor de su Sagrado Corazón con la esperanza de que veréis al Hijo de Dios muy pronto.
Hijitos, Dios sabe ser agradecido con quien le es fiel y lleva su Palabra sin temor. Enseñad a orar que acudiré, enseñad a contemplar que allí estaré.
Y cuando la duda os invada, el temor os aseche y la flaqueza humana os consterne, vengan a este mi bosquecito y todos recibirán aquello que se puede sentir, aquello que busca el alma: el amor de María Santísima, la Madre de mis hijos consagrados. Esta es mi advocación: VIRGEN MARÍA, MADRE DE LAS ALMAS CONSAGRADAS.
Los cubro con mi manto.
Oremos
Dios te salve Maria llena eres de Gracias, El Señor es contigo, Bendita tu eres entre todas las mujeres y Bendito es el fruto de tu vientre Jesus. Santa Maria Madre de Dios Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte Amén.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.
…»Vosotros estais en esta gran familia: cada uno hace lo que está de su parte y juntos sois misioneros, promotores de la obra misionera de la Iglesia. Tenéis un hermoso programa, indicado por vuestra portavoz: escuchar, rezar, conocer, compartir, ser solidarios. Estos son los elementos esenciales que constituyen realmente una forma de ser misioneros, de hacer que crezca la Iglesia y la presencia del Evangelio en el mundo. Quiero subrayar algunos de estos puntos. Ante todo rezar. La oración es una realidad: Dios nos escucha y,cuando rezamos Dios entra en nuestra vida, se hace presente entre nosotros y actúa.
Rezar es algo muy importante, que puede cambiar el mundo, pues hace presente la fuerza de Dios. Y es importante ayudarse para rezar: rezamos juntos en la Liturgia, rezamos juntos en la familia. Es importante comenzar el día con una pequeña oración: recordar a nuestros padres en la oración. Rezar antes de la comida, antes de la cena, y con motivo de la celebración común del domingo. Un domingo sin misa, la gran oración común de la Iglesia, no es un verdadero domingo: le falta el corazón del domingo y la luz para la semana. Podeís también ayudar a los demás, especialmente cuando no se reza en casa , cuando no se conoce la oración, enseñandoles a rezar: al rezar con ellos se introduce a los demás en la comunión con Dios.
Luego hay que escuchar, es decir, aprender realmente lo que nos dice Jesús. Además, hay que conocer la Sagrada Escritura, la Biblia. En la historia de Jesús descubrimos el rostro de Dios, aprendemos cómo es Dios. Es importante conocer a Jesús de forma profunda y personal. Así entra en nuestra vida y, a través de nuestra vida , entra en el mundo. Benedicto XVI
Oremos
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.
Asi una vez mas comenzamos el dia de la mano d Maria, Nuestra Madre quien ora por y con nosotros para que seamos buenos hijos, sus hijos preferidos y amados, respondamosle Si A Jesus y a Maria seamos buenos hijos y buenos hermanos!
Que asi sea.
Para saber mas acerca de la devocion de Maria Madre de las almas consagradas hacer Clic aquí